Me
han enviado hace poco un video de alguien que hace shows con sus
caballos para que les diga si eso que se muestra es igual o similar a
lo que yo propongo o a lo que se ve en las películas de Alexander.
"Todo lo que tiene que hacer es simplemente pensar y pensar, para romper con el estereotipo. Entonces serán posibles muchas cosas.”
Alexander
Nezorov
El
paso que propongo para “romper el estereotipo” es el abandono de
las técnicas. Por esto es que la enseñanza de mis cursos incluye un profundo análisis de la relación hombre-caballo. Durante
toda esta etapa, nos dedicamos al análisis de los distintos métodos
de doma-entrenamiento que han existido y existen hoy día. De esa
manera, no solo se hace clara la contradicción existente en las
metodologías ecuestres, con sus distintas técnicas de amanse o
aproximación al caballo, sino también, lo innecesario de estas, la
violencia oculta, la falacia de sus promesas de amistad y respeto y
la búsqueda última de control de los caballos.
Como
lo he explicado en muchas oportunidades, casi la totalidad de
aquellas técnicas existentes son atajos para lograr un cierto
control del caballo o de sus habilidades. El abandono de esta actitud
conlleva la búsqueda de una relación franca y sincera con ese otro
ser con el que quiero establecer contacto, en este caso, el caballo.
La amistad verdadera se construye de otra manera y no hay técnica
que sirva para el encuentro con el otro.
Una
relación sincera, plena, franca con otro ser, no puede estar guiada
por las modas, el utilitarismo o el egoísmo. Cuando eso ocurre no
estamos hablando de ese íntimo contacto de alma a alma.
En
busca de la comprensión del otro (el caballo, en este caso), el
aprendizaje es una de las maneras (posibles o correctas) además de
la empatía. La empatía es importante pero el aprendizaje es una de
las herramientas clave. El aprendizaje sobre el otro, sobre el
significado de sus acciones, el mensaje de sus gestos... eso nos va a
dar una idea de la relación entre su comportamiento y lo que éste
expresa. Todo esto es un aprendizaje que hacemos para una mejor
comprensión del otro. Muchas veces al interponer nuestros anhelos o
nuestras ideas, veo que hacemos un recorte de la realidad. En este
camino el auto engaño, la fantasía, la falacia, los eufemismos
simplemente no nos van a ayudar, más bien nos alejan, nos impiden la
comprensión y dificultan el aprendizaje. A partir de aprender como
el otro (el caballo) ve el mundo, entiendo que podríamos interpretar
de manera aproximada su realidad, pero si esta interpretación tiene
por fin último la satisfacción de nuestra fantasía personal, será
muy difícil ver las cosas de manera “objetiva” (o entender la
subjetividad del otro). No por nada, en el libro El silencio
de los caballos traté de explicar este concepto de ponerse
al servicio del otro, esta idea de la que hablo sobre colocarse por
debajo (understand)1 para poder aprender del
otro y su mundo. Cuando nuestro deseo (sea este deseo el resultado de
un anhelo personal o un “mandato” histórico-social) de que el
caballo nos sirva al propósito que le hemos asignado en nuestra
mente tiene características performativas, toda la comprensión de
la situación real, la comprensión del otro o de su comportamiento
puede perderse en una fantasía.
La
idea de que el caballo “juega” con el bridón en su boca, o que
la baba espumosa en la boca del mismo es indicio de algo sano, o
incluso la idea de una renombrada etóloga de que “el caballo atado
patea porque le tomamos por sorpresa y no puede vernos”, pueden
ser un claro ejemplo de lo que es una interpretación forzada de un
comportamiento o un hecho.
Con
todas sus incidencias y su complejidad sé que no es fácil entender
en profundidad esto, pues se ha naturalizado de manera inconsciente
la actitud utilitaria respecto de los caballos. Por esto digo que el
cambio mayor debe ocurrir en las personas y no en los caballos, pues
aun queriendo un cambio en nuestras maneras de interactuar con ellos
es difícil para muchas personas abandonar el deseo de que sus
caballos les “sirvan para algo”.
El
supuesto de que existe una técnica, un método o un instrumento para
alcanzar la relación soñada con un caballo es una fantasía
corriente hoy día en la new age ecuestre.
Me
encuentro una y otra vez con la situación de tener que explicar esto
a muchas personas, incluso a algunas a quienes no se les ocurriría
nunca pensar de esta manera en otros aspectos de sus vidas.
''La
cuestión es que el principal secreto de una relación especial con
el caballo, lo que confiere al hombre las habilidades sorprendentes
para educarlo, consiste en el hecho de que no hay ningún secreto.
La
verdad es que hay, pero es tan modesto, tan poco espectacular, que
estoy de alguna manera incómodo, incluso, al mencionarlo.
El
secreto de la relación con el caballo es amar su esencia cuando lo
miras. Sentir su dolor, el miedo y el malestar como el tuyo
propio. Amar su extraño punto de vista, visto desde el mundo humano
y, siempre que sea posible, compartir esa visión del mundo.
Es
necesario respetar la total indefensión del caballo y reconocer su
derecho a estar insatisfecho. Hay que renunciar a la soberbia de
primate estúpido y darse cuenta de que pertenecer al suborden de los
homínidos no da derecho absoluto alguno a ningún tipo de
supremacía.
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1 Esta
transformación, en general, podríamos decir que se inicia con un
aprendizaje. Un reaprendizaje, si lo desean.
En
algunas otras ocasiones, he mencionado la relación que hay entre
entendimiento y aprendizaje.
Para
poder entender a nuestro caballo, intentaremos algunas de las cosas
que estuve sugiriendo con anterioridad. Mi propuesta ha sido siempre
partir de esta frase de uno de mis maestros. Él decía que
comprender significa “ponerse debajo“: “understand” (stand:
pararse; under: debajo), en el sentido
de que la comprensión requiere de una atención, de un aprendizaje,
tal vez, de un servicio.
(...)La
idea de comprender realmente al caballo, de preocuparse por
entenderlo, sugiere una atención y también de un cuidado, un
desvelo.
Atender
sus necesidades encuentra como requisito comprenderlas, tener una
mirada atenta. “Cambiar la mirada” implica, un poco, ponernos al
servicio de sus necesidades, no ya él al servicio de las nuestras,
por eso esta idea de colocarse por debajo (understand).
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