Mucho me han pedido últimamente que hable sobre este tema, así que me he sentado esta hermosa tarde de primavera a intentar ordenar mis ideas y escribir por fin, algo que aclare mi postura critica sobre las “Domas alternativas” de toda una larga lista de personas (menos o más conocidas) que enarbolan hoy la bandera de estas metodologías. Por nombrar los más conocidos en estas latitudes me refiero a Carolyn Resnick, Lucy Rees, Pat Parelli, Monty Roberts, Chico Ramirez, Oscar Scarpati, Martín Ochoteco, Martin Hardoy, Buck, Andersonn, Dorrance, etc.
En
principio creo que está de más decir que, al respecto de la mayoría
de los que profesan, enseñan y difunden este tipo de metodologías o
propuestas, no tengo nada personal. Sí, me molesta e indigna
encontrar algunos casos en donde la mala intención, la mentira o el
interés económico es el único motivo por el que están en el
floreciente negocio de las domas alternativas, pero reconozco que no
son tan frecuentes este tipo de personajes. Por el contrario, como
siempre he dicho, la mayoría de los más conocidos y respetables
representantes de las llamadas Domas Naturales o no violentas (en
inglés Natural horsemanship), son personas con buenas intenciones, y,
tal vez, con una creencia férrea en que con buenas intenciones todo
se puede. El problema está algunas veces en sus conocimientos, pues
en la gran mayoría de los casos, este es escaso, de relativa verdad o específico al uso del caballo. De seguro hay
quien tiene más conocimiento científico sobre el caballo, su
psiquis, naturaleza y bienestar –y me imagino que siendo personas,
todas, bien intencionadas deben estar viviendo grandes
contradicciones-, pues como he explicado, el problema básico es que
“las ciencias animales” tienen una ética ambigua respecto a
estos y por lo general los estudios sobre la animalidad se centran en la
explotación o sirven en su aplicación a este fin.
En
resumen, como entenderán no hay una crítica personal a ninguna de
las personas citadas más arriba, sino al axioma de que este
“movimiento” es algo distinto o un cambio positivo en la
histórica relación caballo-hombre.
Dejando
de lado las personas, pues como lo he dicho repetidas veces, mi
crítica no es hacia tal o cual persona particular, el gran problema
y la base de mi argumentación es que este tipo de metodologías
carecen de lo que podríamos llamar “conocimiento serio sobre los
caballos”, son muy pobres y abusan de diletantismo. La mayoría se
apoyan en suposiciones, mentiras, falacias, confusiones y una fuerte
necesidad e interés en el uso del caballo.
La
cuestión es simple, ese uso del caballo, no es beneficioso para él,
por ende estas metodologías, pasan a engordar la larga lista de
intentos fallidos de entender al caballo como quien es -o sea, en
relación a sí mismo y a su bienestar y no, en relación a nosotros, humanos, o al uso y utilidad que le damos.
La
situación empeora cuando personas con conocimientos importantes
respecto del caballo, algunos incluso científicos, terminan
trabajando, no por el bien de este último o por una mejor relación
caballo–humano, sino para el Mundo Ecuestre. Un mundo en donde el
rol del caballo y la justificación de su existencia como especie es
simple y llanamente nuestro uso.
Creo
que cuando uno trabaja para los caballos o por el bienestar de ellos,
debe preguntarse en definitiva cual es el problema real en las domas
tradicionales o violentas y cual es el beneficio real que estas
nuevas metodologías estarían aportando al caballo. La diferencia
cuantitativa es mayor para el mundo ecuestre -el jinete, la industria
cárnica o la industria de las nuevas terapias ecuestres son muy
beneficiados- pero en términos absolutos no hay diferencias para el
caballo.
Los
caballos, probablemente, te “agradecerán” cualquier gesto menos
violento, pero en última instancia, solo un autoanálisis descarnado
te podrá dar una visión realista sobre lo que estás haciendo.
Si,
al mirar vacas, veo chuletas, si al contemplar niños, veo esclavos,
sirvientes o seres destinados a mi uso, el lugar que le asigno a esos
seres es, mas allá de toda buena intención de mi parte,
psicopático.
La
pregunta sería ¿Eres parte del problema o de la solución ?
En
lo personal, a cierta altura de mi búsqueda con los caballos ya no
pude seguir justificando mi sometimiento bondadoso o mi contribución
al abuso que toda relación hombre caballo encarna, cuando no es
construida desde el respeto y la libertad (el respeto por la libertad
del caballo, básicamente). La excusa de que menos violento es menos
malo, se queda en lo anecdótico cuando se piensa en el panorama
general de la situación.
Espero
no haber ofendido demasiado o personalmente a nadie, por criticar
metodologías que en todo caso ocultan la violencia, la justifican o
simplemente confunden a las personas que están en busca de una
solución para los caballos y no una para comodidad de su uso o
manejo. En definitiva yo no estoy en contra de que estas domas
existan pues de hecho son parte de un camino cargado de buenas
intenciones, pero a esta altura de la historia de la relación hombre
caballo debemos llamar a las cosas por su nombre. Por eso siento que
es mi responsabilidad echar luz sobre la naturaleza violenta de una
relación basada en el sometimiento y la indefensión aprendida como
la que proponen las nuevas metodologías. Como dije, sé que los
caballos notan la diferencia entre un hierro en la boca y bozal de
soga sobre el proceso nasal, y agradecen el detalle. Son las personas
las que no deben engañarse ni ser engañados por esta nueva
modalidad de control y sujeción hacia los caballos. Hoy por hoy, no
veo necesario que el camino de mucha gente hacia una relación basada
en el respeto y la libertad tenga que estar empedrado de caballos
abusados, falacias y eufemismos.
David Castro, autor de El Silencio de los Caballos.
Foto: Mariana Domic
Una visión realista del mundo de los caballos.
ResponderEliminarCoincido absolutamente.